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sábado, 5 de marzo de 2011

26ª Jor Liga 2010/11 Getafe 1-1 ATLETI.- Viaje a la medianía





GETAFE 1 - ATLÉTICO 1

Getafe
Codina; Miguel Torres, Cata Díaz, Rafa, Mané (Marcano, m. 30);
Manu del Moral, Víctor Sánchez (Boateng, m. 66), Parejo,
Gavilán; Colunga (Casquero, m 78)y Miku.
No utilizados: Gonzalo; Mosquera, Pedro Ríos y Arizmendi.

Atlético
De Gea; Valera, Perea, Godín, Antonio López; Reyes, Tiago
(Juanfran, m. 83), Raúl García (Mario Suárez, m. 64), Koke
(Elias, m. 67); Forlán y Kun Agüero.
No utilizados: Joel; Domínguez, Assunção, Juanfran y Diego Costa.

Goles
1-0. M. 3. Manu del Moral.
1-1. M. 81. Elias.

Árbitro
Clos Gómez. Amonestó a Agüero, Rafa,
Victor Sánchez, Mané, Cata Díaz y Perea.

Unos 10.000 espectadores en el Coliseum.

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Viaje a la medianía

Getafe y Atlético firman el empate en un
choque confuso que no contenta a ninguno



Los parroquianos del Coliseum, remolones y descreídos, apenas habían tomado posiciones
en la grada cuando se encontraron con el primer tanto de su equipo. A los tres minutos,
el patadón y tentetieso del Cata Díaz encontró la complicidad de Miku que persiguió el
balón con fe para entregársela a Manu en su primera visita al área.
El disparo con el empeine del capitán azulón rebotó en Godín
y se volvió indescifrable para un rígido De Gea.

La apuesta ofensiva de Míchel encontraba el premio del gol antes de merecerlo. En el
primer intento. El técnico del Getafe liberó su pizarra de ataduras, apostó por el
vértigo con Manu y Gavilán en las bandas, dio vuelo a Parejo tras un mes de banquillo
y escarmiento, y mantuvo a Miku y Colunga como pareja de ataque. Apenas Víctor Sánchez
como único anclaje en el centro del campo. Hasta tres mediocentros ?Boateng, Mosquera
y Casquero? acompañaban al entrenador en el banquillo. Y dio resultado. El constante
revoloteo de la línea de creación getafense complicó la vida desde el inicio a Tiago
y Raúl García. La sociedad que formaron ambos en la sala de máquinas rojiblanca se
demostró insuficiente en la contención e incapaz en la creación.

Los de Quique, que han hecho de la turbulencia una forma de vida, llegaban a Getafe sumidos
en conspiraciones de vestuario. Desde el primer minuto, todos se esmeraron en buscar a Forlán,
por el que dirán. Lo buscaron sin medida. Hasta el exceso. Además, el lenguaje gestual entre
los jugadores atléticos escenificaba todas las recomendaciones de los manuales de urbanidad y
buen compañerismo para con el rubio uruguayo. Pero los ataques rojiblancos morían una
y otra vez en fuera de juego. Hasta cinco veces en el primer periodo
cayó el delantero en posición antirreglamentaria. No había más plan.



Mientras, los de Míchel, con más soltura y atrevimiento que de costumbre, se animaban a
intentarlo ante la inconsistencia de las filas visitantes. Los azulones son el peor equipo
de lo que va de año y viven en una montaña rusa. A medio camino entre el reto y la angustia,
luchan por no quedarse en tierra de nadie. Por ello, el duelo tenía aires de punto de
inflexión para los locales, que mientras intentan consolidar la permanencia
miran de reojo a la séptima plaza que otorga pasaporte europeo.

El vecino, con mucho más abolengo, no presenta mejores registros ni constantes. Descentrados
e hipotensos, los rojiblancos se entregaron por momentos a la parodia defensiva cuando Varela
placó en el marcaje a su compañero Perea en una falta frontal
botada por el Getafe. Mera anécdota. Puro síntoma.

Los discursos de la caseta no alteraron el guión en el arranque del segundo acto. Pero con el
paso de los minutos, los rojiblancos evidenciaron sus prisas y los locales su estado de
necesidad. Mario Suárez y Elías dieron relevo a Raúl García y Koke buscando manufactura y
suministro para Agüero y Forlán. Los tres puntos eran un botín de proporciones incalculables
y Míchel decidió que los músculos de Boateng podían afianzar mejor que nadie su custodia.
Sin embargo, el equipo azulón interpretó el cambio en términos más de repliegue que de
contención y el Atlético comenzó a merodear por el área de Codina con más inercia que
entusiasmo. Creció el miedo en el banquillo local. Diez minutos más tarde el mensaje
fue inequívoco. Casquero salió por Colunga para reforzar
todos los diques. Pero no resultó suficiente.



Asiduos a moverse en el alambre, los rojiblancos descifran los arreones finales con extraña
cotidianidad. Solo reaccionan cuando sube la marea. Es entonces cuando alcanzan un estado
febril capaz de zarandear las defensas rivales. A diez minutos para el final, Forlán cambio
de registro. Abandonó la punta de ataque para animarse en la elaboración. Se asomó a la
frontal y sirvió una delicada asistencia a Elías que ejecutó un remate más propio de un
acreditado cabeceador que de liviano atacante de apenas 1,70 metros.

El empate firmaba la indefinición del partido y de los dos contendientes. A los dos equipos
se les intuye más de lo que muestran. Pero ambos se entregan con asiduidad al desorden que
nace de las dudas. Se cruzaban dos trayectorias irregulares que buscaban tomar vuelo en pos
de misiones superiores y escenarios europeos. Pero la hoja de ruta de los dos equipos está
tan borrosa que amenaza con llevarles hasta un territorio irrelevante: la medianía.

F. SÁEZ - Madrid - 02/03/2011
ELPAIS.COM
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