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lunes, 30 de agosto de 2010

El súper Atlético baja al Inter del pedestal

SUPERCOPA DE EUROPA 2010

Inter de Milán 0 - Atlético de Madrid 2


Inter de Milán
Julio César; Maicon, Lucio, Samuel, Chivu; Zanetti,
Cambiasso; Stankovic (Pandev, m. 66), Sneijder
(Coutinho, m. 77), Eto''o; y Milito.

Atlético de Madrid
De Gea; Ujfalusi, Perea, Godín, Domínguez; Reyes
(Fran Mérida, m. 67), Assuncao, Raúl García, Simao
(Camacho, m. 90); Forlán (Jurado, m. 82) y Kun Agüero.

Goles
0-1, m. 62: Reyes, tras una pared con Agüero dentro del área.
0-2, m. 83: Agüero culmina un pase de Simao.

Árbitro
Massimo Busacca (Suiza). Amonestó a Simao (m. 85) y
Raúl García (m. 89), por parte del Atlético,
y a Samuel (m. 90), por el Inter.

Incidencias
Partido de la Supercopa de Europa, disputado en el estadio
Louis II de Mónaco ante unos 17.000 espectadores.

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Reyes y Agüero decidieron la final (0-2)

El súper Atlético baja al Inter del pedestal

* Gran triunfo del equipo de Quique, siempre
superior al campeón de Europa

* La calidad de Agüero, Reyes y Simao se
impuso a las estrellas 'neroazzurri'

* De Gea puso la guinda con una extraordinaria
parada en un penalti de Milito

Ya tiene el Atlético un sitio de honor en la elite europea. Aunque sea por un ratito y a
la espera de nueva orden. El caso es que en Mónaco conquistó la Supercopa tras
superar al campeón de Europa en todos los aspectos, con un gran partido de Agüero,
Reyes y Simao, coronado con la estelar aparición de De Gea. Un sobresaliente general
para los rojiblancos, un extraordinario preludio para la temporada, un triunfo que hizo
trizas los sueños de seis copas del Inter, siempre a remolque en fútbol y ocasiones.



Fue un duro mano a mano táctico entre Benítez y Quique, una pelea de desgaste
decantada a la hora de juego por Reyes. El gol evidenció algo tarde la superioridad del
Atlético, un equipo que casi siempre sale por donde no se le espera. Partía como clara
víctima ante el todopoderoso Inter, pero superó los miedos para plantear la batalla en
el mismo teatro de operaciones donde tan bien se manejan los italianos.

Se armó de prudencia, ahogó a Sneijder y de pasó bloqueó las vías de acceso a Milito
y Eto’o. Mantuvo siempre la compostura y esperó su momento. Por algo cuenta con
futbolistas de la talla de Reyes, Forlán, Agüero o Simao, recuperado
para la causa tras su horroroso curso pasado.

Nervios y reacción

El Atlético presume de ese puñado de estrellas y un cierto rigor en el método, aunque
en ninguno de los aspectos pueda competir con el Inter. Sin embargo, casi en
pretemporada, a un solo partido, explotó mejor sus recursos, empleó más entusiasmo
y convicción y se adueñó sin complejos de la final. Sólo sufrió de verdad, presa de los
nervios, en los tres primeros minutos. Sacudida la responsabilidad,
asentado en el centro pese a la baja de Tiago, fue dando pasos,
siempre en la dirección correcta, hacia la gloria.



Assunçao envidó fuerte en cada pugna con Cambiasso, Domínguez aguantó las embestidas
de Maicon y Simao fue calentando motores. Ya en el minuto 5, Chivu derribó en penalti a
Agüero en el área chica. Luego sacó el periscopio para probar a Julio César desde fuera
del área. A la media hora, el asunto ya se puso serio, con un zurdazo de Agüero en un
rinconcito del área. Y en el minuto 41, de nuevo en las botas del Kun, perdió una magnífica
opción tras una gran pared con Simao. No demasiado, pero sí bastante más que el rival,
un apagado Inter que sólo se acercó con un cabezazo alto de Samuel.

No quería la responsabilidad el equipo de Benítez, ni la posesión, ni la fantasía. Sólo quería
ganar de la misma manera como lo había hecho tantas veces con Jose Mourinho. Con una
fulgurante aparición de Milito, por ejemplo. O con un libre directo de Sneijder. Pero no le dio
ese gusto el Atlético, más convencido de sus opciones según avanzaba el reloj.
Cuando se fue apagando Simao, surgió Reyes. Y cuando la
desesperación hizo mella en Forlán, Agüero tomó los galones.

Siempre Agüero

Parecía claro que el gol decidiría el vencedor final. Lo rozó Reyes en el minuto 59, en una
preciosa transición definida con su zurda de seda, sacada en última instancia por Julio César
con la punta de los dedos. No pudo el brasileño un minuto después hacer
nada ante otro remate del sevillano, esta vez al primer palo,
tras dejar atrás a Maicon tras una combinación con Agüero.



Por supuesto que la ventaja sentó de maravilla a la gente de Quique. Se retiró el tocado
Reyes, pero las contras se sucedieron con puntualidad, siempre con Agüero en el horizonte.
Cuando se marchó cabizbajo Forlán, seco en la final que más deseaba, el Kun ocupó su
puesto de ariete. Y desde allí, a dos metros de la red, se perfiló para decidir el triunfo.
Un mano a mano de Simao ante Lucio, centro perfecto y Agüero con la puntilla.

Con Sneijder ya en la ducha y dos goles en contra, no había más que hablar. Milito insistía en
vano, Perea ý Godín se crecieron en cada cruce y De Gea, inédito hasta entonces, dibujó los
primeros trazos de lo que parece un portero de leyenda. Casi sobre la bocina, tras un penalti
de Raúl García sobre Pandev, exprimió todo su potencial con una maravillosa parada ante
Milito. Ningún 'colchonero' podía imaginar un final tan feliz, tan alejado de los tópicos del
sufrimiento con el que muchos han confundido la tradición de este equipo.

M. A. Herguedas | Madrid
elmundo.es

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