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viernes, 25 de mayo de 2012

38ª Jor. Liga 2011/12 Villarreal 0-1 ATLETI.- Victoria triste para el Atlético







[size=24]Villarreal 0 - Atlético 1[/size]

Villarreal
Diego López, Mario, Zapata, Musacchio, Jaume
Costa; Senna, Marchena (Ángel, m.67), Bruno
Valero, Borja Valero; Hérnán Pérez
(Wakaso, m.84) y Marco Ruben.

Atlético de Madrid
Courtois, Juanfran (Mario, m.75), Godín, Miranda,
Filipe Luis; Salvio, Gabi (Koke, m.58), Diego,
Tiago; Adrián y Falcao (Domínguez, m.90).

Goles
0-1, m.88: Falcao.

Árbitro
Estrada Fernández (C. Catalán). Amonestó por
el Villarreal a Jaume Costa y Marchena,
y por el Atlético a Salvio y Tiago.

Incidencias
Partido correspondiente a la jornada 38 de
Primera División disputado en el campo de
El Madrigal, ante 23.000 espectadores.

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[size=24]
Victoria triste para el Atlético[/size]

El triunfo del Málaga deja en nada
el golazo de cabeza de Falcao

Marco Ruben desperdició una clara
ocasión local en el minuto 92



No jugará la Champions el Atlético el próximo año, aunque muy al final hizo
lo que le tocaba a él. Lo hizo Falcao, el de siempre, el que nunca falla, el
que probablemente el año que viene no esté si nos fiamos del mensaje del
club. Acaso resacoso por haber ganado la Europa League el miércoles -y
su celebración correspondiente-, acaso también porque el Villarreal se
jugaba el descenso y, a falta de fútbol, sí aplicó intensidad, el caso es que
a los de Simeone les costó un mundo hacer su trabajo, y sólo pudo
concretarlo a falta de dos minutos. Así las cosas, el Villarreal baja a
Segunda y el Atlético jugará la Europa League como campeón de la
competición, pues en Liga ha vuelto a quedar en un triste sexto lugar.

Con más miedo que vergüenza, durante la primera parte no pasó nada.
Apenas un par de disparos de Hernán Pérez y un remate de cabeza de
Marchena al borde del descanso deshicieron los empujones en
el centro del campo, que era de lo que se trataba el partido.



Simeone afrontó el partido con todo, claro, no había otra, aunque chirrió la
presencia de Tiago en el once en el lugar de Mario, si bien el despliegue
del español en la final del pasado miércoles podría tener algo que ver.
Tampoco estaba Arda, sancionado, y en su lugar entró Salvio, uno de los
más activos. Después quitó a Gabi para meter a Koke, e incluso
a Mario para meter a Juanfran, dejando defensa de tres.

Un montón de probaturas que el Villarreal contempló con la tranquilidad
de los resultados que se iban produciendo. No se fue el equipo de Lotina
a por el partido y claro, cuando en el otro equipo habita un tipo como
Falcao uno no se puede fiar. El Atlético encontró premio a su insistencia
en la cabeza del colombiano, que remató a falta de tres minutos un córner
dando un salto que desafía, con mucho, las leyes de la gravedad.



El caso es que no pudo completar, pese a sus 24 goles en Liga, el sueño
de ir a Champions, y eso puede mandar al delantero fuera del
Atlético este próximo verano, y ese es el mayor drama para
un club que ya se había entregado a su nuevo ídolo.

E. J. Castelao | Madrid
14/05/2012 elmundo.es
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FINAL UEFA EURO. L. 2011/12 ATLETI 3-0 ATH.- El Atlético pone el fútbol por las nubes







[size=24]ATLÉTICO 3 - ATHLETIC 0[/size]

Atlético de Madrid
Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe; Gabi,
Mario; Adrián (Salvio, min.88), Diego
(Koke, min.90), Arda Turan
(Domínguez, min.93); y Falcao.

Athletic Club de Bilbao
Iraizoz; Iraola, Javi Martínez, Amorebieta,
Aurtenetxe (De Marcos, min.46); Iturraspe
(Íñigo Pérez, min.46), De Marcos, Herrera
(Toquero, min.63); Susaeta, Muniain y Llorente.

Goles
1-0, min.6: Falcao, en jugada personal.
2-0, min.34: Falcao, a pase de Arda Turan.
3-0, min.85, Diego, deshaciéndose
de Toquero y Amorebieta.

Árbitro
Wolfgang Stark (Alemania). Mostró tarjeta amarilla
a Falcao, del Atlético de Madrid, y a Herrera,
Amorebieta e Íñigo Pérez, del Athletic Club.

Incidencias
Final de la Liga Europa 2011-2012, disputada en
un Estadio Nacional de Bucarest casi lleno con
52.347 espectadores. Noche agradable y
terreno de juego en buenas condiciones.

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[size=24]El Atlético pone el fútbol por las nubes[/size]

El equipo madrileño, liderado por Diego y un
Falcao tan espléndido como definitivo, golea
al Athletic (3-0), que pareció jugar
atenazado por los nervios



Neptuno tenía visita. En Bucarest lo llenó de agua un equipo grande ante
un rival muy grande al que le pesó el tamaño de la final. La Liga Europa
parece una competición hecha a medida del Atlético. Si la regularidad no
es su fuerte, los momentos estelares no le deslumbran. En Bucarest
deslumbró al fútbol con una noche mágica de sus dos grandes figuras,
el goleador Falcao y el violinista Diego. Los grandes partidos reclaman
siempre a los grandes futbolistas. Si acuden a la cita, ratifican su grandeza.
Si llegan tarde, se pierden la gloria. Falcao es de los que madruga para no
faltar a su destino. Siempre intenta coger el primer tren que pase por su
puerta. Cuando llegó apenas habían gastado unos pocos minutos de
espera, cuando, gentil, Amorebieta le abrió la puerta. Falcao, implacable,
le rompió la cintura en un par de quiebros y puso el balón
con un toque precioso en el ángulo donde anidan las
telarañas, muy lejos de los guantes de Iraizoz.

El gol no solo le dio al Atlético la ventaja en el marcador y el estilo que
ansiaba para disfrutar de los espacios. Le dio mucho más, porque sacó
del partido a la mayoría de los futbolistas del Athletic, que sufrieron el
mayor pecado que se puede cometer en una final: regar el manojo de
nervios con el que acudieron a la cita europea. En apenas 45 minutos,
cometió más errores no forzados que en toda la temporada. Difícil que
en tales circunstancias el balón llegue a Llorente, encarcelado por
Godín y Miranda, y muy fácil que la pelota acabe en los pies de
Falcao, o de Adrián, o de Turan o del omnipresente Diego.



Tan generoso andaba Amorebieta, confuso desde el primer gol del
colombiano, que se permitió una delicatessen en el área que no se
corresponde con su jerarquía futbolística. El centro subsiguiente lo
recogió Falcao, que ya viajaba en business, y se marcó un quiebro
de espaldas a la portería, para hacerse sitio en la butaca
del área, y marcar con la izquierda un gol soberano.

Un suicidio ante un equipo como el de Simeone, convertido en un ejército
que maneja bien los tiempos, que sabe frenar los ataques, al límite o
sobrepasándolo si es preciso de la legalidad reglamentaria, pero ajeno
a la violencia. Gabi y Mario Suárez eran como un cortacésped que le
segaron el juego a Iturraspe, ausente. Todo el Athletic se reducía a dos
futbolistas que, ajenos al nerviosismo, maniobraron en la segunda línea:
Muniain y Herrera pusieron electricidad a un equipo bilbaíno que se había
quedado sin voltaje. Aún así, con 1-0, tuvo su acercamiento a la gloria,
es decir a la cita con los partidos fundamentales, cuando empalmó un
centro de Iraola, pero le dio con el costadillo del pie y en vez de
rematar despejó. Y la tuvo más tarde Muniain con
un disparo que repelió, muy ágil, Courtois.



Fueron los fogonazos bilbaínos en un partido que en su primera mitad
tenía fijados los focos en el Atlético y especialmente en su ilustre figura
Falcao, que buscaba rabiosamente el flanco por el que se movía
Amorebieta. Diego y Turan se movían por todo el campo como puñales
en busca de su diana. Herido habitual era Iturraspe, normalmente el faro
que ilumina la transición del equipo de Bielsa, pero le rompieron la
bombilla. Por eso era más sombrío, más tenue, con su estrella
apagada y apenas con las luces de posición que se
empañaban en mantener Herrera y Muniain.

Bielsa recompuso estrategia y futbolistas tras el descanso. Íñigo Pérez
dejó en el banquillo pensando a Iturraspe e Ibai Gómez hizo lo propio
con Aurtenetxe. Despobló Bielsa la defensa en busca de más
profundidad. Pero la armadura rojiblanca era poderosa y apenas tenía
leves rasguños. No solo se sentía ganador sino gobernador del partido,
por más que la pelota estuviera en los pies del oponente. Se sentía
asegurado por la fortaleza de sus centrales, que convirtieron a Llorente
esta vez en un arma de fogueo. Amén de la pelota, le robaron la ilusión.
La sucesión de faltas rojiblancas en el medio campo acrecentó
los nervios del equipo verde esperanza, casi al mismo
ritmo que caían los minutos en el reloj.



Atacaba el Athletic, pero asustaba el Atlético. En los partidos afilados, la
hoja de Turan, Adrian y Diego es demasiado fina para una defensa
demasiado blanda. Cuando hay que tirar del mazo, encontraba a Falcao.
El Athletic nunca encontró a Llorente, atosigado en el área, sin movilidad,
fijado por los centrales como un poste a la tierra firme. Su mayor peligro
eran las diagonales, cada vez más espaciadas de Muniain para pasearse
entre las dos líneas defensivas que propuso Simeone. Más alegría le dio
Ibai Gómez, un chico con un toque poderoso. La presencia de Toquero
buscaba el objetivo de mover a los centrales, de abrir la defensa para
que corriese el aire en la calurosa noche rumana. Ibai Gómez se convirtió
en la dentadura de un equipo con demasiada caries. Sus arrancadas y su
fe le dieron al Athletic dos ocasiones para volver a la vida. La última de
De Marcos, que se fue alta, era otra puerta abierta
tras el suicidio de los centrales rojiblancos.

Por momentos pareció que el Atlético volvía a su versión más tópica, la
que le hace caer en apenas un suspiro en depresiones que le devuelven
a su mitología de equipo capaz de lo mejor y de lo peor. Tan insistente
era el agobio del Athletic que se echó a temblar, se fue para atrás, tan
hacia atrás que casi se acula en la valla. Tanto acoso produjo el momento
fiero de un león herido. Las ocasiones se incrementaron en tal medida (la
de Susaeta fue clamorosa) que alguien vio volar unas cuantas pupas por
el cielo de Bucarest. Era la versión menor del Atlético, ya
más preocupado por el reloj que por el juego, y que
a punto estuvo de secar la fuente de Neptuno.



Pero en las grandes citas, y en la noche de Falcao (también disparó al
poste), no podía faltar Diego, el ingeniero, el artista, el artesano, para
dejar su sello con un gol al nivel exigido en una acción individual. Todo
el acoso laborioso, entregado, del Athletic, atacando en tromba, dejando
el corazón más que la cabeza, en busca de un objetivo casi imposible,
fue borrado de un plumazo por un gol de bailarín, de
esos que se construyen con un violín en los pies.

El fútbol, para ser eléctrico, necesita unos principios inquebrantables,
goles como soles y unas aficiones indesmayables. Las tres cuestiones
se cumplieron a rajatabla. Aunque los goles cayeron de un solo lado y
en momentos psicológicos del partido. Y en asuntos psicológicos el
Atlético vive muy por delante del Athletic. Una final exige poner muchas
cosas en juego. Y el Atlético las puso todas (incluso un cierto suspense
como resucitando sus viejos fantasmas) ante un rival más que digno,
más que laborioso, más que valeroso. Le queda la ilusión de saber que
dos jovenzuelos, Muniain e Ibai Gómez, pudieron con el peso
de una final. Cuestión de futuro. Por unas y otras razones,
entre ambos pusieron el fútbol español por las nubes.

E. Rodrigálvarez - Bucarest
9 MAY 2012 elpais.com
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domingo, 6 de mayo de 2012

37ª Jor. Liga 2011/12 ATLETI 2-1 Malaga.- El Atlético recobra la figura







ATLÉTICO DE MADRID 2 - MÁLAGA 1

Atlético de Madrid
Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe; Diego
(Arda Turan, m. 71), Mario (Koke, m. 56), Tiago,
Salvio (Domínguez, m. 90); Adrián y Falcao.

Málaga
Kameni; Sergio Sánchez, Demichelis, Welligton,
Monreal; Isco, Camacho, Cazorla, Eliseu (Duda,
m. 79); Joaquín (Van Nistelrooy, m. 66) y Rondón.

Goles
0-1, m. 37: Eliseu, de disparo lejano.
1-1, m. 66: Koke, con un tiro desde fuera del área.
2-1, m. 77: Adrián bate a Kameni
por bajo en el uno contra uno.

Árbitro
Múñiz Fernández (C. Asturiano). Amonestó a los
locales Mario Suárez (m. 33), Diego (m. 68) y
Tiago (m. 74) y al visitante Demichelis (m. 76).

Incidencias
Partido correspondiente a la trigésimo séptima y
penúltima jornada de Liga en Primera División,
disputado en el estadio Vicente Calderón
ante unos 40.000 espectadores.

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El Atlético recobra la figura

En un segundo acto de fiereza, con más pegada
que fútbol, el equipo rojiblanco desfigura
la obra de arte inicial del Málaga y
aprieta las opciones de ‘Champions’



Se corrigió a tiempo el Atlético para recobrar la figura y destartalar la
obra de arte que compuso el Málaga en el primer acto. Le alcanzó con
un apretón, algo de puntería y un fútbol directo, sin demasiada pausa
pero con la fiereza que se le exige, toda vez que nunca se sabe qué
versión desplegará, si la del toque o la del choque. Un tiempo, dos goles
y una victoria que fue más que un hachazo para el Málaga, que tuvo en
sus manos ser equipo de Champions y aplazó una jornada la resolución.
Opciones de nobleza también le quedan al Atlético, que aguarda al último
duelo liguero —tendría que ganar al Villarreal a domicilio y que el Málaga
no venciera al Sporting en casa—, pero que se aseguró depender
de sí mismo para ser burgués (Liga Europa) el año que viene.

Acostumbrado en cierto modo a gobernar los duelos, a conjugar la pelota
ante las carreras del rival, el Atlético se topó en el Calderón con un
contrario apuesto, de los que se ordenan y definen a partir del cuero, que
no les hacen ascos a la posesión y que se pronuncian con virulencia en
campo ajeno. Tiene ya el Málaga el cuajo que reclamaba Pellegrini,
siempre con su ideario diáfano: movilidad de los trescuartistas, casi todo
el fútbol por el interior, un delantero centro rematador, empacho de balón
y juego de posición al cuadrado. Orquestados por Cazorla —paso corto;
pase largo—, Isco se manejaba con soltura entre las líneas, Joaquín
quebraba la cintura de Juanfran a la que le medía su perfil malo, Eliseu
asustaba con zapatazos y Rondón trataba de poner el lazo final, solo
negado por Courtois. Así, el meta sacó las manoplas ante un puñetero
disparo de Joaquín —de esos que botan antes de la portería en césped
mojado—, escupió un remate de Rondón y anuló otro de Cazorla. Pero
nada pudo hacer ante el latigazo de Eliseu, desde el balcón del área,
demoledor y que le cuchicheó al palo antes de besar la red.



El Atlético, sin embargo, es inconformista desde que llegara Simeone,
reacio a dar las derrotas por sentadas. Se desperezó en el segundo acto;
algo habitual porque llega donde llega al jugar siempre los mismos. Pasó
de ser dos manos a 22 botas. Más balón, más presión avanzada y más
disparos. Más vida, más fútbol; más Atlético. Más de todo. Y, por una vez,
la buena cara repuso a tiempo a la mala. Pero fue un susto de órdago.

Decidió Simeone recoger el carrete de nuevo con Arda Turan,
entrecortado cuando firma dos duelos exquisitos. Lo padeció el Atlético,
que careció del último pase, de la intención de personificarse en campo
ajeno. Tiró sin éxito del otro fútbol que dice Simeone, ese que rechina
con el escudo del Atlético, que persigue subir la cremallera y tirar el
contragolpe, quizá alguna acción a balón parado, como mucho una
segunda jugada de chiripa. La propuesta, en cualquier caso, no encontró
eco frente al Málaga, que se resistió a meter la pierna en las zonas
peligrosas para restar opciones de jugadas a balón parado. Pero sí que
funcionó de forma ocasional porque tiene intérpretes tan explosivos como
resolutivos. Sobre todo Adrián, fiado en exceso a su regate, pero
sensacional al prolongar esa contra que catapultó Filipe Luis.
Su pase final, sin embargo, no acertó a completarlo Falcao,
que le dio con el tobillo, medio trastabillado, torcido.



La voluntad del Atlético, sin embargo, desdibujó en el segundo acto al
Málaga, que no pareció cómodo con la batalla, que rehusó mantenerse
firme en sus trece, en su juego. Así, aunque el equipo rojiblanco no
removiera el cuero, le bastó con presentarse en el área rival. Diego la
tuvo con un disparo desviado. Falcao tampoco supo atinar en el suyo.
Pero sí lo hizo Koke, que, a la salida de un córner y tras un ingenuo
rechazo de Kameni con los puños, envió el balón a gol.

La efervescencia del Atlético, irreverente cuando menos se le espera,
se expresó en una jugada terrible. Sacó en largo Courtois, peinó Falcao
y Adrián, que buscó la espalda de los zagueros, definió a la red. Tres
toques que azuzan al equipo antes de la final de la Liga Europa del
miércoles ante el Athletic, que abren un resquicio a la esperanza
de la Champions al tiempo que se la restan al Málaga.

J. Quixano - Madrid
5 MAY 2012 elpais.com
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sábado, 5 de mayo de 2012

20ª Jor.(aplazada) liga 2011/12 ATLETI 1-1 R. Soc.-El Atlético no quiere ganar







ATLÉTICO 1 - REAL SOCIEDAD 1

Atlético de Madrid
Courtois; Juanfran, Miranda, Domínguez, Filipe;
Koke, Gabi, Mario, Arda (Salvio, m. 56); Adrián
(Diego, m. 77) y Falcao (Godín, m. 87).

Real Sociedad
Bravo; Carlos Martínez, Mikel, Demidov, Cadamuro;
Elustondo; Xabi Prieto, Illarramendi (Llorente,
m. 78), Zurutuza, Griezzman (Vela,
m. 80); y Agirretxe (Ifran, m. 59).

Goles
1-0, m. 55: Gabi, con un disparo ajustado
al poste desde fuera del área.
1-1, m. 92: Carlos Vela, tras un barullo en el área.

Árbitro
Iglesias Villanueva (C. Gallego). Expulsó por doble
amarilla a Gabi (m. 69 y 72). Amonestó a los
locales Domínguez (m. 23) y Falcao (m. 82)
y al visitante Zurutuza (m. 49).

Incidencias
Partido correspondiente a la vigésima jornada
de Liga en Primera División, disputado en el
estadio Vicente Calderón ante
unos 40.000 espectadores.

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El Atlético no quiere ganar



Ya no va a tener que pelear el Atlético el sábado contra el Málaga por la
Champions. Hizo muchos méritos el equipo de Simeone para tirarse de
ese barco, y al final lo consiguió. Apático durante mucha buena parte de
la tarde, jugando a un paso lento, cansino, resolvió todo en la figura de
Gabi, para lo bueno -marcó el gol- y para lo malo -fue expulsado a falta
de un cuarto de hora y el sufrimiento final terminó con el gol-.

Un gol, por cierto, esperpéntico, con el balón botando en el área pequeña
y sin nadie capaz de mandarla a la grada, pues en el tiempo de descuento
no hay lugar para contemplaciones. Empató el Atlético con la Real y ya a
lo máximo que aspira es a estar el año que viene en la Europa
League, ya sea ganándola o cogiendo el quinto o el
sexto lugar. La Champions ya no es un objetivo.

Hubo un gesto, en el minuto 40, que resumió la primera parte. Lo hizo
Domínguez, que tras sacar a córner un ataque de la Real Sociedad y
escuchar pitos, alzó los brazos y pidió al público que mudaran esos
silbidos por aplausos. ¿La respuesta? Más silbidos. Así regresó el
Atlético a la caseta, dejando arriba a una grada contrariada por lo frío
del espectáculo, un partido propio de una última jornada donde los
equipos no se juegan nada. Y así era para el equipo de Montanier, con
los deberes hechos desde hace tiempo, pero no para el de Simeone,
al que si le quedaba algún mínimo suspiro de Champions
pasaba, sí o sí, por ganar y esperar.



Y sin embargo compareció el equipo como el día en Madrid: festivo. Al
paso, con la pelota pegada al pie, sin un solo desmarque de ruptura ni
diagonal alguna para quebrar las dos líneas vascas, el Atlético
cumplimentó el primer parcial caminando, dejando entrever que en la
cabeza de los futbolistas está la final del próximo miércoles. Quizá en
la de la afición también, pero según fueron pasando los minutos el
personal se cansó. Vale que el objetivo es Bucarest, pero
ya que habían ido al estadio, esperaban algo más.

Y el Atlético, sin Diego en el campo para preservar unos músculos
'cascados', no les ofreció nada. Apenas una opción -un remate de
cabeza de Arda a centro de Filipe que se marchó por poco- en tres
cuartos de hora soberanamente aburridos. El único que propuso
cambiar el estado de las cosas fue precisamente el turco, pero nadie
le acompañó y por ahí, además de por una Real Sociedad
bastante apagadita, se fue el primer tiempo.



El más rebelde, Arda, abrió la segunda parte a lo bruto. Sacó el de centro,
empezó a correr directamente hacia la portería y la jugada terminó en un
remate suyo fuera. Era una declaración de intenciones, Agirretxe, sin
embargo, un minuto después, echó fuera un balón donde lo más difícil
era eso, echarlo fuera, y entonces la Real quiso creer que podía ganar
el partido, aunque en realidad no había venido a eso, pues la tarde ni le
iba ni le venía. Sin embargo, en uno de tantos ataques estáticos, Gabi
se decidió a probar suerte desde muy lejos y, curiosamente, la encontró.
Buen gol del mediocentro, que se fue corriendo a abrazarse con
Simeone, algo que se está empezando a convertir en costumbre.

Aguantar el resultado

En ese momento Simeone retiró a Arda, otro de los que quiere tener
fresquitos para el sábado ante el Málaga y para el miércoles ante el
Athletic. Y el partido, sin el único que le ponía algo de interés, volvió a
caer en el tedio, azuzado sólo de vez en cuando por algún detalle, como
una falta de Ifrán que anduvo muy cerca de ser el empate o un escarceo
de Adrián y Filipe sin trascendencia. Eso hasta que, a falta de un cuarto
de hora, Gabi decidió completar su protagonismo de mala manera viendo
la segunda amarilla por juego peligroso -la primera fue por protestar-. Y
entonces el Atlético se dispuso a aguantar el resultado, aunque
fuera con Diego en el campo, que entró en el lugar de Adrián.

También lo hizo Godín por Falcao, y ya fue un sufrimiento intenso hasta
el final, con la grada empujando hasta donde el físico no llegaba. Pero
claro, la grada no puede despejar un balón tonto botando en el área
chica, con Juanfran y Godín mirando, con Courtois atado a la línea de
fondo, un caramelo que hasta una Real de lo más
apática no tuvo más remedio que aprovechar.

E. J. Castelao | Madrid
02/05/2012 elmundo.es
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